¿Es preciso hablar la lengua de Dios para ser armenio?

Eduardo Dermardirossian
eduardodermar@gmail.com


No sé qué es más tedioso, si contar uno a uno a los viajeros que van y vienen por la estación Constitución en una mañana de lunes o leer el diccionario. De seguro mi lector no elegirá ni una cosa ni la otra. Yo, por mi parte, no necesito que me metan en el brete para elegir el diccionario; aún más, me siento a gusto sumergido en sus páginas. Disfruto sus prólogos, sus instructivos de uso, cada una de sus entradas, sus noticias etimológicas, sus locuciones compuestas. Los diccionarios suscitan en mí ideas que, sin su auxilio, quedarían nonatas.

¡Cuánto vacío hay en la mollera del que no conoce la palabra justa, la que nombra la imagen que pega en su retina, la voz que reverbera en su tímpano, el olor que inunda su nariz! ¡Cuántas sensaciones quieren encontrar la palabra que las nombra para merecer un lugar en la constelación de los sentimientos! ¡Qué orfandad la del que no puede expresar su pensamiento!

Decía Miguel de Unamuno: “Se piensa con palabras y mientras dos o más pueblos conserven un mismo idioma, pensarán en el fondo lo mismo”(1). Es cierto que ciertos idiomas son hablados por varias naciones, pero también lo es que hay naciones que hablan idiomas diferentes. Y esto no invalida el carácter matricial de la lengua porque en tales casos otros rasgos culturales vienen a suplir la diferencia. Este habla hindi y este otro gujarati, pero ambos son indios porque otros rasgos culturales los identifican y los refieren a esa comunidad nacional(2). Inversamente, el español y el boliviano hablan la misma lengua y sin embargo son comunidades y naciones diferentes, con intereses y teleologías también diferentes. El español mira el mundo desde el ombligo del mundo y el boliviano lo mira desde la periferia americana. Allá importaron al dios de los judíos, acá ese dios comparte ofrendas con la Pachamama. Quizá en este punto Unamuno se excedió.

Con este prólogo y con mi reproche al hombre de Salamanca tengo franquicia para hablar de los armenios. Y para interrogarme si es preciso hablar la lengua de Dios para ser armenio(3).

Toda nación es, antes que nada, una comunidad, un conjunto de personas vinculadas por características e intereses comunes. En el caso de los armenios, una señal que los distingue es el idioma. Su idioma es distintivo porque ninguna otra nación lo habla, porque el alfabeto que lo escribe está hecho de propósito, porque su estructura gramatical es diferente, porque a tal punto está imbricado con la religión que no puedes pensar el uno sin referirlo al otro. La condición de armenidad está más fundida con su idioma que la de hispanidad con el suyo.

Entonces, ¿ser armenio es hablar el idioma armenio? Creo que aquí un respiro y una reflexión nos harán bien.
El diccionario armenio es categórico: Azk. 1. Nación. 2. Comunidad de personas que tienen el mismo origen(4).

La lengua española enseña así: Nación. (Del latín natio, nationis). 1. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno. 2. Territorio de ese país. 3. Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común. 4. Acción de nacer [...]. 5. Hombre natural de una nación, contrapuesto al natural de otra(5).

Por su parte los ingleses dicen: Nation. 1. Agrupación de gente o de gentes de una o más culturas, razas, etcétera, organizadas en un Estado único [...]. 2. Comunidad de personas que no constituyen un Estado pero que están vinculadas por tener en común una misma descendencia, lengua, historia, etc. 3. a. Federación de tribus, especialmente los indios americanos. b. Territorio ocupado por dicha federación(6).

Los franceses son más palabreros: Nation. 1. Grupo de personas que poseen un origen común, especialmente religioso. Las naciones, nombre mediante el cual se designa en las Escrituras a los pueblos paganos en contraposición al pueblo elegido [...]. Se dice, por extensión, de cualquier clase de individuos que poseen caracteres, intereses comunes y que forman alguna clase de sociedad. La nación de los poetas, de la gente de la justicia [...]. 2. Comunidad cuyos miembros están unidos por el sentimiento de un mismo origen, una misma pertenencia y un mismo destino: a. Conjunto de personas establecidas en un territorio y unidas por caracteres étnicos, tradiciones lingüísticas, religiosas, etc. [...]. Se hablaba de la nación italiana, de la nación alemana en la época en que Italia y Alemania estaban divididas en diferentes Estados. b. El conjunto de personas que forman la población de un Estado determinado, sometidas a una misma autoridad política soberana; por extensión, la entidad estatal que representa a esta colectividad. La nación francesa, española [...](7).

Los italianos son más breves: Nazione. 1. Conjunto de personas que comparten lengua, historia, civilización e intereses y son conscientes de dicho patrimonio común. 2. Estado(8).

Y los alemanes dan esta definición: Nation. 1. Gran comunidad asentada, normalmente cerrada, de personas que comparten la ascendencia, la historia, el idioma y la cultura y constituyen un sistema político estatal: La nación alemana. 2. Estado, sistema estatal [...]. 3. Personas que pertenecen a una nación; pueblo(9).
En lo que toca a los armenios, la segunda acepción inglesa quiere que la diáspora sea una sola comunidad para ser nación, y la primera acepción francesa sólo por extensión admite que es tal. El idioma alemán es decididamente restrictivo y sólo la tercera acepción de su diccionario nos conoce como nación merced a una tautología o a una sinonimia sospechosa. Mientras, la primera acepción italiana nos impone, además de lengua, historia, civilización e intereses comunes, un estado de conciencia comunitaria. A nuestra condición de armenios conviene la tercera acepción del diccionario español: Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

Aquí hay un rigor y una blandura. El rigor de exigirnos que seamos comunidad cuando la historia nos ha dispersado por los cinco continentes, y la blandura de consentir que hablemos otras lenguas. Rigor y blandura que, de todas maneras, vienen de los léxicos y no de la sociología o de la política. Mucho menos de la psicología que, sabiamente esta vez, nos dice que somos lo que sentimos. Quizá por eso el diccionario armenio enseña que es el origen común lo que distingue y construye a una nación.

Para dirimir la diferencia acudo a mi conciencia, tan fiel como mi sombra, tan veraz como mi existencia. Y lo hago con el españolísimo diccionario en la mano: Conciencia. (Del latín conscientia). 1. Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. 2. Conocimiento interior del bien y del mal. 3. Conocimiento reflexivo de las cosas. 4. Actividad mental a la que sólo puede tener acceso el propio sujeto. 5. Psicología. Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo.

Así, de resultas de esta excursión filológica, por cuya aridez pido disculpas a mi lector, respondo negativamente a la pregunta del título. Creo que si bien la lengua es un signo distintivo de una nación y un reservorio de su cultura, no es determinante para ser miembro de la comunidad que la habla. Creo que la conciencia de pertenecer a una determinada comunidad cultural y la voluntad de participar de su destino son los signos que definen a una nación.

En este sentido, ratifico lo que dije en el 90° aniversario del Genocidio: “No quiero un radicalismo armenio, ni siquiera un humanismo armenio. Quiero una armenidad humanista”(10). Título desmesurado que, sin embargo, invita a conjugar en una nación toda la condición humana. Y nos consagra hijos de Haig cualquiera sea el idioma de nuestro pensamiento y de nuestro habla.

[1] Citado por Alfonso Lopez Miranda en el prólogo del Diccionario de Ideas Afines de Eduardo Benot, edición 1940.
[2] India es una nación multilingüe que habla 18 lenguas principales y otras secundarias, además de muchos dialectos.
[3] Der Kurken, primero párroco de la comunidad armenia de Córdoba, después de la Iglesia Santa Cruz de Varak de Flores y también maestro y director de la escuela Arzruní, nos enseñaba que Dios hablaba en armenio. Creo que su fervor nacional excedía su fe cristiana.
[4] Granian, Kordznagan Parraran Haieren Lezvi, edición 1990.
[5] Avance para la 23ª edición del Diccionario de la Real Academia Española, prevista para 2011.
[6] Oxford Dictionary of English, edición 1979.
[7] Diccionario de la Academia Francesa, edición 2003.
[8] Zingarelli, Vocabolario della Lingua Italiana, edición 2001.
[9] Duden Deutsches Universalwörterbuch, edición 2003.

[1o] Diario Armenia, entrega 13054.