Todavía aramos con bueyes y sembramos al voleo los armenios en estas costas

Eduardo Dermardirossian
eduardodermar@gmail.com

Cien años van a cumplirse de los primeros desembarcos en el Río de la Plata y los armenios, entusiastas edificadores de templos, escuelas y otras obras de hierro y cemento, todavía no hemos construido un sistema institucional integrado, no hemos logrado ofrecerle a nuestro criollaje un vínculo ventajoso con las organizaciones comunitarias ni pudimos transvasar las culturas argentina y armenia para beneficio recíproco de las dos naciones Tampoco hemos diseñado un mecanismo de diálogo permanente que opere como tejido conjuntivo entre las diferentes organizaciones ni le hemos ofrecido a nuestra gente un sistema solidario que la asista en sus necesidades y la acompañe en sus anhelos.
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Ya no están los viejos inmigrantes y declina el vigor de la primera generación de argentino-armenios. Ha alcanzado la edad adulta la segunda generación y de nuestras escuelas está egresando la tercera. Y todavía aramos con bueyes y sembramos al voleo los armenios en estas costas. El éxito que hemos obtenido en nuestros emprendimientos particulares contrasta con nuestra incapacidad para acometer trabajos colectivos acordes con estos tiempos.
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Conviene precisar algunas cosas. Poner en negro sobre blanco lo que antes escribí en tonos de grises para no herir susceptibilidades. Traer a la memoria algunas inquietudes que expresé en su momento con relación al Diálogo Armenio, a la constitución de una Asociación Mutual Argentino Armenia (esto en colaboración con Nélida Dermardirossian) y a la necesidad de construir un diccionario académico plurilingüe, alrededor del cual pudieran desarrollarse múltiples actividades culturales. Remito al lector a aquellas notas, todas publicadas en las columnas del diario Armenia*.
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Si bien inicialmente aquellas propuestas despertaron algún interés, pronto fueron arrumbadas en el desván de la amnesia. Algunos celos y recelos asomaron aquí y allá, primerismos que intentaron capitalizar las ideas y luego desertaron, pontificadores que descreyeron de nuestra capacidad colectiva para encarar empresas semejantes, arrojaron al viejo saco del olvido aquellas esperanzas. Y aún cuando la nueva situación de Armenia permite una relación armónica entre los diferentes sectores de opinión, aún cuando las condiciones económicas de Argentina favorecen el desarrollo de sistemas solidarios para la asistencia de nuestras necesidades, todavía hay quienes persisten en defender sus respectivos feudos, trazan fronteras interinstitucionales y, algunas veces, se empeñan en conquistar espacios de poder.
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Busco, pues, entre los viejos cachivaches para rescatar aquellas propuestas y ofrecerlas nuevamente a la consideración del lector. Creo que serán útiles, que con su puesta en práctica se podrá transformar en un sistema orgánico lo que ahora es un conjunto más o menos caótico de instituciones. Y confío en que nuestros dirigentes examinarán los proyectos con generosidad, espíritu de servicio y grandeza de ánimo. Que mirarán en derredor y verán que otras comunidades -nacionales, gremiales, religiosas- no han esperado un siglo para hacer lo que nosotros no hicimos todavía.
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Sobre el Diálogo Armenio
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El mundo se va achicando como consecuencia del desarrollo y el abaratamiento del transporte y las comunicaciones, del avance de la informática y el acceso a las fenomenales bases de datos que todo lo contienen, de la transnacionalización y mundialización de las relaciones y de la virtual abolición de las fronteras geográficas. Las culturas se penetran mutuamente, los gestos y las modas son los mismos en los lugares más distantes, los frutos de la naturaleza y las cosas que hace el hombre están aquí y allá. Y el dinero, la cosa más apetecida entre todas, viaja a la velocidad de la luz travestido de símbolos o de registros numerales.
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Y en un mundo así se multiplican las relaciones y, con ellas, los conflictos. De ahí que la segunda mitad del siglo pasado reduplicó el diálogo institucionalizado entre los diferentes sectores de la familia humana. Las así llamadas mesas de diálogo fueron creadas para debatir y examinar las más variadas cuestiones que importan a los hombres. Asuntos políticos, sociales, económicos, medioambientales, culturales, científicos, fronterizos, atinentes a la salud y al empleo y otros de la más variada clase han sido objeto de estos mecanismos de diálogo permanente, ora con el auspicio de los gobiernos, ora con el empeño de los grupos contestatarios o de las organizaciones civiles. Con distinta suerte, esta nueva especie institucional hizo su aporte a sus respectivas sociedades o grupos de interés.
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Hoy los armenios afrontamos desafíos nuevos. La caída de la Unión Soviética fue una explosión para unos países y una implosión para otros. Para los armenios fue una y otra cosa a la vez, según habitaran en el terruño o en la diáspora. Es mi opinión que los de la diáspora necesitamos reordenar nuestro sistema de pensamiento con respecto a Armenia, establecer un nuevo modelo de relación política (la reciente reforma constitucional avanza en este sentido), entretejer un orden institucional que, sin afectar los objetivos de las diferentes organizaciones comunitarias, consiga armonizarlas para que le ofrezcan a sus miembros un abanico de posibilidades acorde con sus aspiraciones.
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Por eso, al impulsar un mecanismo de Diálogo Armenio en las comunidades de la diáspora, en su momento dije que debía hacerse con la participación de los sectores políticos, religiosos e intelectuales. Aconsejé la formación de tres mesas de trabajo para que se apliquen al estudio de otros tantos capítulos importantes. Con una infografía ilustré sobre una estructura organizativa posible y deliberadamente fui abarcativo, quizá impreciso, para dar espacio al aporte de quienes se interesen en el proyecto. Desde luego, señalé la necesidad de allegar recursos económicos y humanos y dije que es preciso enmarcar la demanda en el ámbito de los Derechos Humanos porque es ahí donde podrá fructificar.
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El resguardo de nuestra cultura ancestral y la integración al medio como un proceso no contradictorio también fue objeto de tratamiento. La preservación de la identidad, dije entonces, no puede condicionar nuestra forma de inserción en el medio sino que, al revés, debemos insertarnos saludablemente en el medio social, hallando la manera de preservar los valores culturales armenios. En mi proyecto le asigné al tema identitario un capítulo, es decir, un área de estudio y de trabajo principal.
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Sobre la mutualización de la comunidad
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En el marco del Diálogo Armenio se sitúa la propuesta de constituir una mutual armenia. Los artículos que así lo proponen, cuyas referencias el lector encontrará al pié de esta nota, fueron escritos en colaboración con una experta en el tema. Ahí dijimos que nuestra comunidad debe pasar del individualismo benefactor y azaroso a un sistema que otros grupos han acogido hace más de un siglo. Hablamos de perfeccionar nuestro sistema de asistencia a la comunidad y de crear mecanismos solidarios que reemplacen la dádiva y la caridad por el derecho adquirido. Dijimos que el proyecto debe ser emprendido en conjunto por las instituciones, las empresas y los profesionales de todas las disciplinas, para que alcance a todos los sectores y para que esté en condiciones de reemplazar con ventaja a otros prestadores extracomunitarios.
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Hicimos una ligera reseña del contenido de las leyes 20321 y 25374 que regulan el funcionamiento de estas entidades sin fines de lucro y, tras historiar el nacimiento y desarrollo del mutualismo, hablamos del espíritu que lo inspira y de los beneficios que puede aportar a la comunidad. Dijimos textualmente: Nuestra comunidad no presta asistencia para la salud, la asignación de becas de estudio es insuficiente, los armenios que se radicaron en este suelo durante los tres últimos lustros tienen dificultades para su inserción laboral. Estas y otras carencias pueden remediarse creando una asociación mutual que las atienda. Un emprendimiento de esta clase va a estimular la conciencia socio-solidaria y el sentimiento de pertenencia. Porque la filosofía que nutre al mutualismo encuentra su mejor desarrollo allí donde las necesidades humanas son satisfechas con el concurso de todos.
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Las otras comunidades que se establecieron en el país no tardaron en constituir mutuales que hoy son modelos de prestación y de asistencia. Es llamativo que los armenios no lo hayamos hecho todavía. Por eso, al volver sobre estas cosas renuevo mis esperanzas de ser escuchado por los dirigentes de nuestras organizaciones.
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Sobre un diccionario multilingüe y el desarrollo cultural
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Cuando escribí sobre la necesidad de un diccionario todavía estaba en ciernes la segunda edición del diccionario Tekeian. He sabido que ese trabajo ya ha concluido o que está próximo a concluir, con lo que desde ahora podemos esperar el feliz alumbramiento. Pero debo una explicación.
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Lo que propone el artículo que el diario Armenia publicó en su edición 13091 del 11 de agosto de 2005, es la construcción de un diccionario protoacadémico con principal desarrollo del español y del armenio, en ambas direcciones, que remita a una o más correspondencias en inglés, francés, portugués, alemán, italiano y ruso. Un trabajo que necesita algunos años para hacerse y que pretende reunir a un núcleo de personas que traduzcan con propiedad y estilo los textos y otros valores estéticos e intelectuales armenios, hispanos e hispanoamericanos. Un trabajo que se transforme en el eje cultural de los armenios hispanohablantes y que abra las puertas para un futuro intercambio multicultural con quienes hablan otras lenguas.
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Bien sé que el resultado de esa empresa siempre será provisional, atento a que las lenguas son organismos vivos en el universo simbólico de los hombres. Una empresa que algunos consideran excesiva, pero que es posible realizar con el aporte de otros diccionarios bilingües, entre ellos el que ahora está reeditando la Eparquía Armenia San Gregorio de Narek. Por eso, los expertos revisores, los editores y la congregación auspiciante no podrán sentir menoscabo por esta propuesta.
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Otros asuntos hay que considerar al construir un diccionario, sobre todo en lo relativo a la lengua armenia, sus variantes occidental y oriental, las dos ortografías en uso, el diferente alfabeto, los alófonos, etcétera. También es preciso aprovechar el formidable recurso que ofrece la informática con sus hipertextos y sus bases de datos. Instalar el diccionario en la red no sólo facilitará la consulta desde todos los lugares, sino que también se agilizará su actualización y revisión.
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Y bien. Esta iniciativa no ha tenido eco entre los cultores de la lengua armenia, lo cual me causa preocupación. Porque el lenguaje es la principal expresión del hombre y la herramienta de su pensar. Dice al respecto Antonio Tovar, académico de la lengua española: “Los que trabajamos en lingüística nos damos cuenta de que, al rotularlo todo, al describir todas las acciones y situaciones, la lengua cubre la vida entera, desde las más altas especulaciones de la mente hasta la más humilde realidad. Por eso un buen diccionario lexicológico [...] resume en cierto modo la historia humana entera, el saber de los hombres sobre la realidad y las ciencias que tratan de ella”. Por mi parte, sin temor a equivocarme agrego que un buen diccionario plurilingüe, al abrir paso a las otras culturas, amplía el universo de los hombres.
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Lo que creo
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Creo que quienes gobiernan deben comprometer todo su coraje y su creatividad para que ninguna expectativa se frustre y para que el mayor favor alcance a la comunidad. Creo que en este punto han sido insuficientes los esfuerzos que se han hecho y que con frecuencia se oculta la inepcia bajo el manto siempre piadoso de la vanidad. Creo que son fútiles los argumentos que remiten a la escasez de recursos dinerarios. Y también creo que si los armenios de estas costas logramos sacudir el polvo que el quedamiento depositó sobre nuestras testas, podremos dialogar de verdad, encontrar arreglo a nuestras cuitas y desarrollar nuestros recursos culturales hoy amodorrados, cuando no sepultados bajo los escombros de tanta prédica chocarrera.
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Creo que durante largos años nuestra comunidad se distrajo dirimiendo entuertos que fueron sepultados por la historia reciente. Y que las actuales condiciones de la sociedad argentina y la propia realidad de Armenia le imponen a nuestra comunidad revisar sus estructuras, modernizar sus instituciones, construir espacios de diálogo fructuoso** y hallar la fórmula que le permita encontrar un equilibrio entre las ajetreadas cuestiones de identidad e integración.
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Después de recorrer el espinel institucional he sentido el deber de decir estas cosas para rendir al fuego hasta el último leño. O para que alguien me diga que en la medianía está la virtud del dirigente. Yo todavía no lo creo así.

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* Diálogo Armenio, ed. especial 90° aniversario del Genocidio, del 24.04.2005; Nuevamente sobre el Diálogo Armenio, ed. 13080 del 02.06.2005; Hacia una Asociación Mutual Argentino Armenia, ed. 13088 del 28.07.2005; La comunidad armenia debe pasar del individualismo benefactor a un sistema solidario de ayuda mutua, ed. 13102 del 27.10.2005; Sobre la necesidad de un diccionario multilingüe para los armenios y otros hablantes, ed. 13091 del 11.08.2005.
** Al decir estas cosas debo señalar un hecho que parecía ser auspicioso. En una misma cuadra, en una sola jornada y en horarios sucesivos, el 28 de mayo de 2005 la comunidad armenia de Buenos Aires celebró la declaración de la independencia y la creación del Estado nacional con la presencia y participación de todos los sectores de opinión. Las palabras dichas entonces por el embajador Karmirshalyan y por los dirigentes institucionales, como así también la participación litúrgica y la presencia del arzobispo Mouradian, exhibieron un espíritu de unidad y concilio que debe profundizarse en lo sucesivo. Desafortunadamente esa clase de encuentros no se repitieron en los años siguientes.